Gestionando la Ansiedad en la Infancia

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Cada año, al comenzar un nuevo curso escolar, nuestros hijos se enfrentan a situaciones de cambio que pueden afectarles en diferentes grados. Identificar cuando estos cambios les perjudicarán de manera significativa es fundamental para brindarles un apoyo efectivo.

¿Qué es la ansiedad infantil?

La ansiedad es una emoción fundamental que todos los seres humanos experimentamos en algún momento. Durante la infancia, es común que aparezcan ante situaciones que generan inquietud, incertidumbre o intranquilidad. Sin embargo, puede convertirse en un problema cuando se vuelve excesivo. Los niños y adolescentes son particularmente susceptibles al desarrollo de trastornos de ansiedad.

El cuerpo humano reacciona de diversas formas ante el estrés, el peligro o la amenaza, y la ansiedad es una de esas respuestas naturales. A su vez, suele manifestarse cuando se enfrentan nuevas experiencias o desafíos.

¿Cómo se manifiesta la ansiedad?

A medida que los niños crecen, experimentan momentos en los que el miedo o la percepción del peligro se convierten en episodios de ansiedad. Durante la infancia, estas emociones son comunes en situaciones sociales o de evaluación, como el inicio de un nuevo curso, la realización de exámenes o la creación de nuevas amistades.

El miedo es una parte normal del desarrollo que tiende a disminuir a medida que los niños adquieren habilidades para enfrentar los desafíos del mundo que les rodea. Sin embargo, los padres debemos prestar atención cuando los estados ansiosos persisten en el tiempo y dejan de ser ocasionales. Aunque la ansiedad es una emoción natural, aprender a manejar estas emociones marca la diferencia en el camino hacia una vida plena y saludable. Detectar estos signos a tiempo es esencial.

La ansiedad infantil, al igual que en los adultos, se manifiesta en una serie de respuestas que afectan lo cognitivo (lo que pensamos), las emociones ( lo que sentimos) y lo conductual ( lo que hacemos). Lo que podría comenzar como un ligero temor o incertidumbre puede transformarse en un terror desmedido, acompañado de una respuesta fisiológica que incluye palpitaciones aceleradas, respiración superficial, sudoración y temblores. En la mayoría de los casos, los niños experimentan parálisis, náuseas, tensión muscular, mareos y aturdimiento ante cuadros de ansiedad.

En términos de comportamiento, es común que los niños prefieran el aislamiento en lugar de enfrentar las situaciones que generan estas emociones. Rara vez se sienten cómodos compartiendo lo que les causa temor y pueden desarrollar ciertas estrategias de protección.

¿Cuándo es el momento adecuado para buscar ayuda profesional?

La ansiedad no es una emoción que deba tomarse a la ligera, especialmente en la infancia y adolescencia. Es crucial buscar ayuda profesional cuando la preocupación en los niños deja de ser ocasional y  sus temores se vuelven intensos, interfiriendo en su rendimiento escolar o su capacidad para relacionarse con el entorno.

En la actualidad, existen diversos enfoques terapéuticos (cognitivos, conductuales) altamente eficaces para tratar los diferentes tipos de ansiedad que pueden experimentar los niños. Es un error intentar ayudarles enseñando formas de evitar o escapar de las situaciones angustiantes.

El tratamiento psicológico profesional debe complementarse con medidas en el hogar que fomenten la confrontación de los miedos. El diálogo, ejercicios de respiración y técnicas distractoras son igualmente beneficiosos, al igual que un apoyo constante y la promoción de actividades que reducen la producción excesiva de hormonas del estrés.

Resulta fundamental acudir a la ayuda profesional ante los primeros indicios de alarma, brindando a nuestros hijos las herramientas para enfrentar y superar la ansiedad de manera saludable.

Felix.R.

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